La presente obra etnohistórica demuestra los procesos de resistencia que vivió la etnia Yareguíes durante siglos XVI al XX. Primero, frente a la invasión de los españoles en la época colonial (1536-1810) y segundo, en la época republicana (1810-1950) por la implementación de las políticas de reducción y civilización de indígenas, las economías extractivas durante el siglo XIX y la exploración y explotación del petróleo (1905-1950).
La etnia de los Yareguíes en la época colonial habitó el vasto territorio del actual Magdalena Medio en la vertiente occidental de la cordillera Oriental, desde el valle del río Lebrija hasta el valle del río Negro, y desde la margen izquierda del río Suárez hasta las riberas del río Magdalena, región que abarcó las actuales jurisdicciones político administrativas de los departamentos de Santander, Boyacá y Cundinamarca. En los documentos de archivos y en las crónicas se pudo constatar la existencia de por lo menos nueve grupos de cacicazgos emparentados culturalmente que conformaban la compleja etnia Yareguíes: La Tora, Opones, Saboyá, Tiquisoque, Agataes, Arayaes, Suamacaes, Guamacaes y Carares. Cacicazgos que estuvieron en continua actividad bélica de resistencia contra el imperio español y posteriormente enfrentados a la República hasta mediados del siglo XX, en especial los Carares y Opones.
En los procesos de resistencia permanente de los Yareguíes, podemos afirmar que los conceptos de ¿progreso, civilización y desarrollo?, que utilizaron los partidos liberal y conservador con el poder del Estado, contribuyeron al exterminio de la etnia Yareguíes consecuencia de los enfrentamientos, las enfermedades, la asimilación cultural y colonización. Es decir, se impusieron los intereses políticos, económicos y religiosos, sobre la posibilidad de comprender, respetar y construir los derechos de la diversidad de culturas de las regiones de nuestra nación.
A la vez, es importante tener en cuenta las afirmaciones de los investigadores Roque Roldán y otros, cuando aseveran: “Los indígenas llamados Carares y Yariguíes ocupantes ancestrales de las tierras de la llamada Concesión Mares lograron mantenerse como grupo enfrentando las contingencias de la colonización. Sin embargo, hacia el año de 1950, cuando se dio la reversión de la Concesión al Estado colombiano, ya no se dieron informes de la presencia de indígenas en la Región. La única deducción posible a propósito de este hecho es que en el corto periodo de 20 años, correspondiente a la presencia de la compañía petrolera en su territorio, los indígenas hubiesen sido exterminados. Y su desaparición se produjo de forma callada, sin dejar memoria, al menos de los factores que la determinaron”.
Finalmente se puede concluir, valiéndonos de las confirmaciones del antropólogo Roberto Pineda: “Los indígenas de esta región sobrevivieron efectivamente durante mucho tiempo. Resistieron a los españoles y la Colonia, pero no sobrevivieron a la República.” O como lo dice el antropólogo Carl Henrik Langebaek Rueda: “Se confirma lo propuesto por Juan Friede, en el sentido de que la República fue más perniciosa que la Colonia para el indígena colombiano, algo duro de admitir para una sociedad que tiene poca capacidad de autocrítica como la nuestra y que, aunque encuentra defectos en otras sociedades con suma facilidad, raramente lo hace en la suya propia”.